In Vino Veritas – TerceroEfe

Resulta irónico -cómo no- que el lema latino que titula esta exposición nos prevenga de la farsante sobriedad. Parece ser que sólo en el ebrio extravío encontramos el camino de la verdad. Mucho más antiguo aún es eso de que la verdad es aletheia, desvelamiento. La verdad no se nombra ni define, se revela. El vino se convierte entonces en vehículo de verdad, en psicoacción que sincera, que desvela. El vino -no solo el cristiano- es verdad encarnada. Quien no bebe no sabe quién es y aún peor, quiénes son los demás. No es extraño, pues, que la ancestral y variada iconografía de los hombres haya retratado obstinadamente escenas de ebriedad etílica, los espacios habituales del Dionisos de unos y el Baco de otros. Y dando por hecho que la pintura es una de las sublimes expresiones de la farsa, potencia aún más la ironía que los pintores -mentirosos de acuarela y lienzo- hayan tratado con esfuerzo de recrear ese momento de toso. La verdad del vino define al que lo bebe, como la frase a su autor. El vino nos revela; tragamos para salir de nosotros. Si la pintura es farsa y el vino verdad, ¿qué resulta de un pintor borracho? Murillo, ese funambulista metafísico.

Pero resulta más irónico aún -la paradoja es infinita- que unos fotógrafos -igual de farsantes que los pintores sólo que más recientes y con otras químicas- los de Tercero Efe, se hayan dedicado a recrear pinturas en las que el vino -la verdad revelada- es protagonista. Doble mortal con tirabuzón exquisito. Verán, unos fotógrafos -farsantes- representan cuadros -farsas- de escenas de ebriedad -verdad-. Si fuera una ecuación numérica se resolvería sin sorpresas, pero si en vez de números aquello que encontramos es el talento de estos fotógrafos, el resultado, les aseguro, será mucho más fascinante. Déjense embriagar por estas farsas deslumbrantes, al final de la colección habrán alcanzado un centímetro de verdad. Les recomiendo que completen el resto en los bares colindantes. In vino veritas, allá ustedes.

Martín Hidalgo