Este año hemos salido a fotografiar el Corpus gaditano con la ilusión de rememorar aquella gran fiesta que llegó a ser famosa, junto a Toledo y Granada, en todo el país. Después de asistir a la procesión la desilusión que nos produjo el contemplar algo tan triste y desangelado nos dejó un extraño sabor de boca. Sin adornos, sin música, desertada de la representación de las fuerzas vivas de la ciudad y sobre todo, casi sin público. Es doloroso contemplar como la ciudad va perdiendo sus signos de identidad sin que sus ciudadanos se preocupen ante tanta decadencia.