Mi Cuarentena – Paco Rocha

Relatos desde el mueble-bar

Una mañana, al entrar en la cocina, me encuentro a un cazo piropeando a una cafetera y va y me dice: ¿qué quieres, nota? ¡Es la vida! Salí corriendo por el pasillo y entonces me di cuenta de que era un momento sopránido. Me asaltaron deseos de posteridad y posé para ello. Planté el trípode con la cámara en el centro del salón y frente al ojo negro del objetivo me senté a diario a dialogar con ella.
No se confundan (es que soy un hoplita frustrado). Salgo al balcón y todo está en silencio, sólo algunas sombras enmascaradas pasean perros prisioneros. Y le digo a la cámara:

-Hoy me siento como si tuviese una bota en la cabeza.

Ella me mira indiferente y me guiña con su enorme ojo. Otra más y ¿van?… Hoy no sale Borriquita; ni yo. Anoche soñé con mi madre, ¡Mamá! Tengo que hablar con los locos de TerceroEfe, no sé si se habrán hecho cuerdos. Sigo obsesionado con Moscosio y me río solo. En el vino está la cordura. Soy fláccido, soy melifluo y estoy cortado por la mitad. El maldito silencio impuesto me acorrala. Hoy no estoy para nada, a mis espaldas la oigo decir:

– Posa para mí sola.

Me divorcié de Simon ¿Será esto una pesadilla?
Parece que ya despeja por el horizonte.
Querido Margritte, ruega por nosotros.

Moflar