Mi primaVera ha regresado. Luce un vestido negro y se adorna con una mantilla de blonda para pasearla la noche del espanto. Usa un dulce aroma de azahar y se enseñorea por las madrugadas tibias de Abril oliendo a jazmines. Yo sé que guarda un equipaje de trajes estampados por miles de flores, aguarda a que el sol la rescate de las galernas furiosas y la caliente, mientras oyen un canto incansable de pájaros viajeros y el revuelo de los fieles vencejos que anuncian la buenanueva. Mi prima Vera es coqueta, sorprendente, alocada, desconcertante y copiosa. Es mujer.