Cada año que pasa nos ocurre lo mismo. Cuando se acercan las fechas y sin mucha convicción, nos decimos: “este año no pienso sacar la cámara”, ”no tengo ninguna ganas”, ”el ambiente es cada vez peor” y frases por el estilo. Lo cierto es que el influjo que ejercen los desfiles procesionales, para los fotógrafos callejeros como nosotros, es tremendo e inevitable. La magia del bullicio, los colores, la música, los olores, el arte que desfila imponente ante nuestros objetivos, hacen que no podamos sustraernos a esa llamada, que actúa como una invitación o desafío, para intentar plasmar escenas y tomas que resulten novedosas y distintas a las de otros años. Por eso, hoy mostramos lo que hemos hecho esta pasada Semana Santa, y como en este trabajo se pueden ver las diferentes visiones y estilos que tenemos cada uno de nosotros de este espectáculo tan sugerente y plástico; para que pueda interesar a cualquier espíritu que lo admire y lo sienta.