¿Quién, después de leer a Alejandro Dumas en su adolescencia, no soñó con ser un mosquetero del rey? Esos espadachines pendencieros, borrachos, mujeriegos y sobre todo, valientes y leales, nos atraían sobremanera y alentaron el deseo de aventuras que todo joven que se preciara debería de tener. Aunque el agudo sentido de la amistad hasta el fin –todos para uno y uno para todos– es quizá ahora, el que más nos enriquece. Luego el cine, con múltiples versiones de la novela, unas más acertadas que otras, contribuyó a ponerles rostro a esos míticos personajes y, sobre todo, a las damas.
Nosotros, que afortunadamente no queremos dejar de soñar, hemos querido ser por unos días mosqueteros, ya maduritos, pero con tremendas ganas de rememorar aquellas ilusiones juveniles de antaño. Athos, Porthos, Aramis, el taimado Richelieu y la malvada pero hermosa Lady de Winter han vuelto.