
A finales del siglo XIX, España vive en la gran depresión emocional que supuso la pérdida de los últimos territorios de ultramar que les quedaban (Cuba, Puerto Rico y Filipinas). Surgen intelectuales que intentan analizar y regenerar la idea del pensamiento más «modernista» para encontrar el verdadero espíritu del país. Para eso se vuelve a rescatar lo castizo y lo popular como exponente de un sentimiento de individualismo nacionalista. Aquel movimiento se le llamo Generación del 98 y aunque fueron, principalmente, literatos, filósofos, poetas y pensadores, también las artes plásticas aplicaron esa forma de pensamiento a sus obras.

Ahora que estamos viviendo esta triste depresión ante la pandemia, hemos querido representar, en nuestra tradicional fotografía de Semana Santa, al Cristo de la sangre de Ignacio Zuloaga (1911-Museo Reina Sofía). Dicen los críticos que este cuadro es el más claro exponente del realismo que se incardina en el pensamiento de la generación del 98. La oscuridad, los personajes duros y ásperos castellanos, el cristo con melena de mujer y el paisaje tenebroso del fondo, obedecen a una sensualidad mística, castiza y profunda que representa la postración de un pueblo que ha perdido la ilusión y la esperanza.
Esta austeridad castellana representa para nosotros los andaluces algo sombrío y lejano con respecto a nuestra forma festiva de celebrar la Semana Santa. Quizá lo que simboliza este cuadro, encaje con los actuales sentimientos de aquellos que por las circunstancias presentes se han quedado sin su Semana Santa
Con un poco de suerte, el año que viene podremos representar los «Nazarenos de Sevilla» de Sorolla. Sería buena señal.