Los recuerdos pueden tener múltiples formas. Pueden manifestarse como imágenes, olores, sonidos… También pueden tener formas que no se concretan con ninguno de nuestros sentidos corporales, están más allá de la percepción sensorial, son sentimientos más que sensaciones, estados de ánimo en suma.
Cuando se hace un viaje, se sea turista o viajero, no paran de llegar estímulos a nuestro cerebro, en muchos casos, de forma apabullante y difíciles de procesar ordenadamente.
Para un fotógrafo la mayor parte de estas sensaciones son imágenes, pero otra parte importante, no lo son. Son sensaciones que el fotógrafo intenta transformar en una imagen con diferente grado de éxito. Es un intento de pasar sensaciones al mundo de lo onírico, de lo soñado, de lo que no es aprehensible por medio de los sentidos.
Realmente poco importa dónde nos encontremos, la imagen está en cualquier parte y la sensación que la produce también. Estos recuerdos del País Vasco podrían valer como recuerdos de cualquier otro sitio si no fuera porque identificamos algunos lugares.
Quizá sea, como en la actual moda culinaria, un ejemplo de deconstrucción del lugar, tomar los ladrillos que lo forman y mostrarlos por separado.
¡Yo que sé! Palabrería al fin y al cabo…