Esperando paciente que se disipase la «nieblina» mañanera, fueron surgiendo, como espectros enormes, las moles inmensas de los pilares que, como brazos, sustentan la plataforma que cruza la Bahía de Cádiz. Entre la bruma, los cuerpos metálicos como gigantes cervantinos, se me aparecían como despidiendose antes de navegar hacia otros mares.